28 de octubre de 2009

De bloqueos viales, derechos y atropellos


Nuevamente miles de costarricenses nos vimos afectados hoy por los bloqueos que efectuaron los porteadores en diversos puntos de la capital. Y es que se ha vuelto una constante en este país en los últimos años que un grupo se manifieste en pro de sus derechos de una forma que violenta los de terceros. Así, cualquier causa amerita bloquear las calles de buenas a primeras, sin importar que esto obstaculice la circulación de quienes no tienen vela en el entierro.

Quienes recurren a estos métodos alegan que esta es la única forma en que pueden llamar la atención tanto de las autoridades como de la población en general, buscando de los primeros una atención al problema, y de esta última, su solidaridad. Para empezar, dudo mucho que estas medidas generen simpatía, y mas bien pueden crear una reacción contraria hacia una causa que bien podría ser justa. Y en cuanto al gobierno, esto es simplemente una alcahuetería que se ha salido de las manos. Mas aun cuando estas conglomeraciones se prestan frecuentemente para disturbios, aveces protagonizados por individuos que ni siquiera tienen relación alguna con los verdaderos manifestantes.

En fin, debo insistir en que nuestra vida en sociedad debería regirse siempre por el principio de que “mis derechos terminan donde empiezan los de los demás”. Cierto que existe un derecho a manifestarse, pero también el derecho al libre tránsito, y en la medida en que la puesta en práctica de uno afecte o incida en el ejercicio del otro, pierde validez el primero, y es deber de la autoridad respectiva buscar activamente el retorno al equilibrio entre ambos. De otra forma, la permisividad conducirá a una anarquía de turbas enardecidas cuyas graves consecuencias pronto estaremos todos lamentando.
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